miércoles, 25 de agosto de 2010

Los valores cambian


En nuestra cultura, generaciones atrás, la iniciación sexual de los varones estaba signada por ser temprana y desprovista de afectos. A la mujer le esperaba una larga demora hasta que el matrimonio le trajera, como un verdadero regalo, la posibilidad de ser sexuada.
Actualmente, los mismos adolescentes han ido modificando estas pautas, tratando así de delinear un nuevo perfil de los primeros encuentros entre varones y mujeres. Esto no quiere decir que están exentos de temores, dudas e interrogantes.
Muchos preguntan si hay una edad apropiada para la iniciación sexual: no existe ninguna edad indicada para ello. Podemos decir que, estadísticamente, en la Argentina, los varones se inician alrededor de los 15 a 17 años, al igual que las chicas. Esto ha venido cambiando con las épocas, 30 años atrás, ellos se iniciaban entre los 13 y los 15, generalmente con prostitutas.
Para algunos varones estos comienzos tenían una carga de ansiedad brutal, con una sensación de decepción o de real impotencia, producto del miedo y del apuro: muchos nos confesarían, años después en el consultorio, que en ese debut en realidad no pudieron iniciarse. Las mujeres en cambio, se iniciaban más cerca de los 20 y muchas con matrimonio mediante. En este momento, es más común la iniciación en pareja, en relaciones de noviazgo, compañerismo o amistad y suelen tener relaciones en las propias casas, en sus propios cuartos y, en muchos casos, con conocimiento de sus padres.
Ciertas estadísticas revelan que en el último año del secundario sólo un 20 % no ha tenido su debut sexual. También lo vemos reflejado en las consultas hechas en las páginas de Internet, por jóvenes de ambos sexos menores de 18 años, preguntando por métodos anticonceptivos o incluso por disfunciones sexuales. Esto quizás irrite o sorprenda a muchos adultos, pero ésta es la realidad.
¿por qué se valora tanto la virginidad femenina y no así la masculina?
La valoración de la virginidad femenina y la obligación de llegar como tal al matrimonio ha sido consecuencia de la dominación masculina y la instauración de sistemas patriarcales. Para certificar la paternidad, el varón, obligó a la mujer a la fidelidad forzada, a la castidad prematrimonial y a la prescripción de la virginidad hasta que la ley del matrimonio la habilitara, erogándose para sí la posibilidad de todo lo que le prohibía a la mujer. Actualmente, en gran parte, se ha perdido el sentido del dominio y el control del varón sobre la mujer; tanto chicas como muchachos, en general, deciden con mayor libertad el momento de tener relaciones que tiene que ver más con las ganas de hacerlo que con preceptos morales, legales o religiosos.

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